Kazantzakis luego de terminar sus estudios de derecho en Atenas viajó a París para seguir los cursos de Bergson en el Collège de France. Sus inquietudes intelectuales, una de cuyas manifestaciones fueron sus ensayos La enfermedad del siglo y ¿Está en bancarrota la ciencia?, coincidían con el interés en esas primeras décadas del siglo XX por las filosofías de la vida y los valores vitalistas que ellas promovían. El contacto con Bergson y sus enseñanzas constituyó un estímulo en la aventura intelectual y humanista de Kazantzakis, ya que con el impulso de la filosofía del maestro francés, el joven griego trata de guardar la esencia de la vida en ‗la buena palabra‘. El bergsonismo le confirmó el sentido de su lucha por la libertad. La arista vitalista del pensamiento de Kazantzakis está ligada a lo que recibió de Bergson. Kazantzakis quiso también dar a conocer al filósofo en su patria, para lo cual escribió un ensayo, Henry Bergson (1913), y tradujo una obra, La risa (1916)