A partir de comprobar primero que la escala es producción del deseo y que pensarla significativamente siempre ha requerido de un contexto ─el que debe poseer claras características─, se muestra que la complejidad del pensamiento escalar del arquitecto se alcanzó a la par de la evolución conceptual teorizante que complejizó la propia disciplina. La influencia del territorio como contexto formador de nociones para la producción de una escala, proceso que se manifestaría recursivamente en recursos de percepción, concepción y dominio del espacio, es ilustrado aquí a través de las tipologías de agrupamiento urbano que imprimen diversos modos de medida perceptual, o bien que evitan su lectura dimensional intencionalmente, revisándose, finalmente, el rol que en ello han podido jugar en paralelo las ideologías.